lunes, 1 de agosto de 2011


Y ahora me veo de pie a la hora del crepusculo en una extensión desierta, con un rifle descargado entre las manos y sin blanco al que disparar. A mi alrededor, un silencio en el que sólo se puede oir el sonido de mi propia respiración. Mi insomnio es algo parecido a aquella sensación de soledad sin retorno o el síntoma de que esa soledad me esta invadiendo y nunca me libraré de ella.

En el fondo creo que ansías verme despeñarme desde lo mas alto de mi insoportable tranquilidad. La realidad es que al verte, bajo la mirada, siento tu pecho apoyado en el mio, tus labios gruesos y esos ojos tranquilos que, sin proponerselo, me arrinconan como a un perro viejo.

Es la primera vez en mi vida que pienso que hay algo fuera de mi alcance...